Que los 4000 metros de altura no sean un problema porque hoy disfrutaremos de uno de los tesoros naturales de Perú.

Puno se alza a orillas del Lago Titicaca, el lago de agua navegable más alto del mundo; donde descubriremos las misteriosas islas flotantes de los uros. Pero además, la ciudad peruana nos ofrece la posibilidad de visitar un lugar cargado de energía e historia; las Chullpas de Sillustani, donde los guerreros kolla buscaron su descanso eterno.

Un día que nos deja postales pintadas de azules y verdes y sensaciones únicas.

El despertador suena temprano, pero es el primer día que no me despierto de madrugada. ¡Por fin empiezo a acostumbrarme al nuevo horario!

Tengo el primer tour temprano. Tour que contraté la noche anterior en el propio hotel. Me recogerían a las 8:45 de la mañana, así que me ducho y preparo la mochila y subo al comedor a disfrutar de un buen desayuno.

El hotel tiene un servicio de buffet libre con tantas cosas que es casi imposible decidirse. Aunque hay algo que tenía claro, mate de coca; mejor prevenir y beber toda la coca posible para evitar el malestar.

Bajo a la recepción a esperar a que me recojan. La puntualidad peruana es de todo menos «puntual», así que me hacen esperar. Aunque a estas alturas del viaje ya estoy más que acostumbrada. Cuando por fin vienen a buscarme, nos dirigimos a la Plaza de Armas, donde me recogerá el autobús que nos lleva al puerto.

Nada más llegar nos acercamos a una barca, donde nos reunimos con un grupo de otro hotel y, una vez dentro, un chico nos deleita con algo de música peruana.

La primera parte del camino a través del agua la hacemos en la parte interior y, llegado el momento, nos dicen que podemos subir al «techo» del barco y sentir el viento y disfrutar del paisaje al aire libre.

Los uros son un pueblo que huyeron de los colla y los incas y utilizaron la totora para construir sus propias islas; sus casas y barcas. Además de utensilios como cestas, asientos y souvenirs con los que se ganan la vida hoy en día. La totora un junco que crece en los terrenos pantanosos de América del Sur.

En la distancia nos reciben cantando canciones y regalándonos todo tipo de saludos.
Nos adentramos en su pequeña isla y nos hacen sentarnos para explicarnos cómo las construyen, cómo viven, de qué se alimentan y cuál es su forma de vida.

Hay un dato curioso que quizás os gustará saber, a pesar de ser conocidas como las islas de los uros, ni son islas, ni son flotantes, ni los uros las habitan. Estas islas son construcciones de totora asentadas en el lecho del lago y sus pobladores son los aimaras, ya que el último uro falleció en 1950.

La construcción de una isla puede tardar aproximadamente un año.

Sobre las raíces de la planta y el barro colocan totora seca. Primero siguiendo una dirección, luego en otra; creando así varias capas hasta crear unos 2 o 3 metros de espesor.
Para evitar que se muevan debido al agua, usan un sistema de anclaje mediante cuerdas y palos. La totora es un recurso renovable e indispensable para ellos, ya que también la utilizan para construir los techos, paredes y puertas de sus viviendas. Además, cuando los tallos se secan los utilizan como leña para sus cocinas. De un tiempo a esta parte, la usan para sus artesanías como pequeñas balsas o móviles.

Por último, otro de los usos (que más me sorprendió) es como alimento. Cuando le quitan la corteza, queda al descubierto una sustancia blanca y fibrosa, que complementa sus dietas. A nosotros nos la dieron a probar y me pareció sin gusto, aunque comible.

Después de varias explicaciones y demostraciones nos enseñan el interior de sus casas y nos dejan ver la isla.

A los pocos minutos nos ofrecen un paseo en una de sus barcas a 10 soles por persona. El grupo entero nos mostramos reacios por el precio y decimos que no, así que pronto rebajan a 5 soles por persona..

Antes de marcharnos, nos despiden con varias canciones, incluida el: «Vamos a la playa». En el paseo en barco vemos el resto de las islas, y de nuevo al resto de habitantes saludándonos y haciendo señas para que nos acercáramos a su islita.

Llegamos a la isla Santa María, donde nos dejan unos minutos libres para comprar algo de comer (venden una especie de tortas) o algún souvenirs y para sellar el pasaporte si lo deseáis.

Durante la vuelta en barco me doy cuenta de la gran estafa que me hizo el día anterior el hotel al charlar con el resto de viajeros. Al parecer, mientras que ellos pagaron por el tour 25 soles por persona, a mi me cobraron 53 ¡Más del doble!

Entiendo que el hotel se lleve cierta comisión, pero la realidad es que si contratas el tour en el embarcadero el precio se rebaja a 10 soles, por lo que 25 soles (como pagaron los demás) nos parecía justo así que ¿en qué se invierten los otros 28 soles?

Con un mosqueo monumental vuelvo al hotel y cancelo el tour que tenía contratado para la tarde a Sillustani. Tras hablar con el guía, vemos que de nuevo iban a estafarme. Las agencias cobran este tour a 30 soles y me querían cobrar 60.

Me acerco a la calle Lima, donde hay agencias y, después de preguntar en varias contraté el tour a las Chullpas de Sillustani por 30 soles.

Me recogerían a las 14:00 en el hotel. Aprovecho también para cambiar algo de dinero y comer en una de las pizzerías que hay en esta famosa calle. Prácticamente los precios son iguales en cualquier pizzería. Una pizza pequeña más la bebida costaron 15 soles (casi 4€).

Termino de comer y vuelvo al hotel a reorganizar la mochila.

Espero en la recepción del hotel a que vengan a buscarme y ¿adivináis? ¡Si! De nuevo llegan con media hora de retraso; aunque ya me lo tomamos a risa pensando en qué excusa pondrán esta vez.

Nos dirigimos a las Chullpas de Sillustani, a 33 kilómetros de la ciudad y a 4000 metros sobre el nivel del mar.

En el camino paramos en un mirador con unas vistas increíbles de Puno y del Lago Titicaca y, después de algunas fotos, nos ponemos en marcha de nuevo.

Estas chullpas son las mejores conservadas de la región, además de las más espectaculares y fáciles de visitar.
El autobús nos deja en el aparcamiento y tendremos que caminar unos 20 minutos (con un par de paradas para que el guía nos explique algunos detalles).

Las chullpas son el conjunto arqueológico más importante de la zona. Estas torres funerarias fueron alzadas por el pueblo colla, que dominaba la zona antes y durante la expansión de los incas.

Hay dos tipos; las de piedra sin tallar y las construidas con bloques de piedra labrados y perfectamente encajados.

Todas tienen una pequeña entrada con dirección al este (el sol está muy presente en esta cultura, al igual que en la religión cristiana). En el interior se depositaban los cuerpos sin vida momificados de los miembros de las familias nobles. Todos eran enterrados en posición fetal, con comida, ropa y sus pertenencias.

Debido a los saqueos que realizamos los españoles hace más de medio siglo, no se conservan los restos de estos cuerpos ni sus objetos. Sí que vemos en el suelo trozos de huesos y cerámica, supuestamente pertenecientes a ellos.

Algunas de estas torres llegan a alcanzar los 12 metros de altura. Su forma circular, cuyo diámetro es mayor en la parte superior que en la base, sigue siendo un enigma para muchos arqueólogos.

La más famosa es la conocida como la chullpa del lagarto, por el relieve que tiene grabado en una de sus piedras. Esta chullpa está casi destruida debido a un rayo que impactó en ella. Esto se debe al magnetismo de la zona, de hecho tuvieron que instalar varios pararrayos para evitar que esto vuelva a pasar.

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El yacimiento se encuentra junto al lago Umayo, muy conocido por su variedad de aves acuáticas, aunque ese día no pudimos apreciarlas.

Antes de volver a Puno, paramos en un pequeño pueblito y conocimos a una familia que nos enseñaron cómo vivían, sus alimentos (entre ellos la quinoa, las patatas deshidratadas, el queso). Cómo se hacen los hilos de lana de alpaca, sus cuys (al parecer, si alguien de la familia enferma o le duele algo, debe dormir una noche con el cuy en la zona afectada; a la mañana siguiente se llevan al cuy, lo sacrifican y examinan la zona del dolor; es decir, si al enfermo le duele el estómago, analizan el estómago del cuy para ver si es algo pasajero o algo grave porque éste es capaz de absorber el mal), sus plantas medicinales, etc.

Cuando volvemos a la ciudad aprovecho para visitar la Catedral antes de que empiece a anochecer y la Plaza de Armas y vuelvo al hotel con intención de reclamar por los precios de los tours.

Después de mucho reclamar, me dicen que no me devuelven el dinero pero que me regalan una noche en la suite y una cena en el hotel. Eso sí, sólo canjeables en mi próxima visita.

Me marcho a la cama con un sabor agridulce por la estafa en toda regla del hotel, pero con ganas de que llegue el próximo día. Será cuando ponga rumbo a Cuzco.

Machu Picchu cada vez está más cerca y no puedo evitar esbozar una sonrisa cada vez que veo que queda un día menos.

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