Oporto ha sido la ciudad perfecta para una escapada entre amigas: una ciudad que ofrece una arquitectura preciosa, arte e historia, buena comida, buen ambiente.. Oporto ha sido esa brisa de aire fresco para recargar pilas, para reencontrarnos después de un tiempo separadas y para conocer una ciudad que nos ha encantado. Peeeero todo lo bueno llega a su fin aunque, por suerte, aún tenemos unas horas y queremos despedirnos a lo grande de una ciudad que nos ha marcado en nuestra amistad.

 

Como el resto de días, ha amanecido lloviendo y con un viento horrible pero ni esas condiciones nos quitan las ganas de seguir disfrutando un poquito más de la ciudad. Además la previsión del tiempo dice que en un ratito la lluvia parará así que decidimos ser valientes y salir a la calle.

En nuestra lista de cosas por visitar nos faltaba una zona con unas vistas impresionantes. Preparamos las maletas, desayunamos en casa algunos de los croissants que nos sobraban de ayer y nos damos una ducha para salir a la aventura un día más.

Pedimos un Uber,ya que de nuevo vuelve a lloviznear y marcamos nuestra última visita del viaje: el mirador del monasterio sa Serra do Pilar. Aunque el monasterio hoy permanece cerrado (los lunes no se encuentra abierto al público) justo al lado de este precioso edificio hay unas vistas alucinantes de la ciudad.

 

 

Desde aquí se puede contemplar toda la ciudad, el Duero y la parte alta de puente Luis I.

 

El monasterio es desde 1996 Patrimonio Cultural de la Humanidad y su construcción se remonta al año 1538, aunque no fue hasta 1670 cuando se terminaron las obras. El interior es espectacular, nosotras no tuvimos la suerte de poder visitarlo, pero tiene un claustro circular rodeado de columnas jónicas único en Portugal.

Hace un viento horroroso y casi no se puede estar más allí, así que después de sacar algunas fotografías decidimos volver a la plaza de la Libertad para tomar las últimas fotografías con las letras de la ciudad y comer por la zona.

Volvemos al apartamento para recoger las maletas y a los 20 minutos nos recoge el Blablacar que nos llevará de vuelta a Madrid. Pasamos casi todo el viaje dormidas, las dos tenemos la gripe pero hemos disfrutado muchísimo la ciudad. Es el «segundo» viaje que hacemos juntas, ya que antes habíamos estado en Cádiz hace muchos años y ya nos lo pasamos genial.

Desde aquí quiero agradecer a Bea un viaje tan bonito y mágico. Retomar el contacto en una ciudad tan bonita es especial, pero si además esto se vive con muchas risas y momentos de complicidad es mucho mejor.

En este viaje me sentí cuidadísima, escuchada y valorada. Recorrimos la ciudad sin prisas por ver absolutamente todo pero disfrutando mucho cada detalle, nos reímos hasta llorar, comimos como glotonas, caminamos hasta estar exhaustas y descubrimos una ciudad que será nuestra de por vida.

Gracias Bea, gracias Oporto. 

 

 

 

 

 

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