Hay algo nostálgico en el hecho de elegir el turismo de los pueblos rurales que no puede vivirse al elegir las ciudades más cosmopolitas y modernas.

El turismo inspirado por las tradiciones locales, con una gastronomía y alojamientos típicos y muy característicos de la zona nos gusta. Volver a los sitios de toda la vida, a los que siempre estuvieron ahí; reconectar con el pasado desde nuestra agitada vida moderna está de moda… Es por eso que volvemos a los pueblos.

Por ello hoy os traigo una entrada con varias experiencias a vivir en la Alpujarra granadina.

LA SIERRA DE LA ALPUJARRA GRANADINA

Con la Sierra de la Alpujarra granadina  como espectadora de lujo, comienza esta aventura. A medio camino entre Granada y Málaga se encuentra este enclave privilegiado que garantiza una genuina experiencia andaluza.
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Una zona con una herencia histórica que deja clara la importancia de sus predecesores.

Hubo un tiempo en el que la alpujarra granadina fue escenario de grandes batallas; la reconquista de Al – Ándalus convirtió sus montañas en el refugio perfecto para Boabdil, el último sultán del reino de Granada.

La llegada de los cristianos no borró el eco árabe que un día recorrió los pueblos de esta zona.

El cambio de religión no supuso un cambio de arquitectura ni de muchas costumbres ya instaladas; es por eso que actualmente podemos disfrutar de calles con una distribución laberíntica, chimeneas con gorritos o los antiguos lavaderos a las afueras de los pueblos.

Visitar Andalucía es sentir esa reminiscencia a cada paso de sus pueblos y, para mí, estas son algunas de las mejores formas de hacerlo en la alpujarra.

1. PASEAR POR BUBIÓN

Calles estrechas, tejados planos que aquí llaman terraos, casas de launa, chimeneas humeantes y una estupenda tranquilidad son la característica principal de estas pequeñas localidades.
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Y, aunque Pampaneira y Capileira son las más conocidas, mi consejo es que no os perdáis Bubión.

Bubión es ese lugar que ha sabido conservar su autenticidad. Donde el entorno y el paisaje se entre mezclan creando un entorno idílico.

Aquí no hay grandes edificios con formas geométricas, ni colores estridentes que rompan la armonía. Todo es tradición e historia.

Ya lo comentaba Gerald Brenen en «Al sur de Granada»; que a pesar de encontrarnos ante aldeas pobres tienen algo que resulta muy atractivo y atrapan.

2. COMPRAR UNA JARAPA ARTESANAL

El punto de color de este viaje lo dan las jarapas artesanales de Pampaneira, Capileira y Bubión.
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Andalucía en general es rica en trabajos artesanales; ya sea en barro, cueros, textiles, fibras vegetales que se encuentran muy vinculados a la cultura popular y los oficios tradicionales de la tierra.

Este también es el caso de las jarapas. Su origen se remonta a la reconquista, cuando los nuevos habitantes de estos pueblos decidieron usar los telares que en su día utilizaban los moriscos para tejer seda. No eran tiempos de buena economía así que decidieron utilizarlos con ropa usada; creando así estas jarapas para aislar las casas del frío.

El paso del tiempo les ha ayudado a reinventarse y dar un nuevo uso, esta vez más comercial; mezclando colores vivos para crear esta artesanía que adorna la alpujarra granadina.

Si os apetece conocer un poquito más, aquí os dejo un enlace para que podáis ver información sobre su elaboración o incluso poder comprar alguna.
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Pasear por los pueblos de paredes blancas adornadas de coloridas jarapas y elegir una para vuestra casa es una de las experiencias que no os podéis perder.

3. RECARGAR PILAS CON EL PLATO ALPUJARREÑO

La gastronomía alpujarreña se basa en dos pilares: los embutidos y carnes y los productos de la huerta.

Y no hay mejor forma de probarlo todo que pedir en cualquiera de sus restaurantes el «plato alpujarreño» (siempre que no seáis vegetarianos).
Este plato es una especia de plato combinado con papas a lo pobre, pimiento verde asado, un par de huevos fritos, morcilla y longaliza. Toda una bomba para recargar energías después de todo el día callejando.

4. DISFRUTAR UNA TERAPIA SANADORA EN EL BALNEARIO DE LANJARÓN

La pequeña localidad termal tiene poderes mágicos.

Y es que la leyenda dice que hace 300 años un enfermo bebió agua de su manantial y sus dolencias se curaron. El boca a boca hizo el resto y Lanjarón se hizo famosa, al igual que sus fuentes terapéuticas.

Personajes como Federico García Lorca, Manuel de Falla o Virginia Woolf decidieron confiar en sus poderes curativos. Y vosotros, ¿probaréis también?

5. HACER UNA «CACERÍA» DE BRUJAS

Cuentan los ancianos de Soportújar que las brujas eligieron uno de los pueblos más blancos para realizar su magia negra.
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La realidad no es tan fantástica ni embrujada. Sus habitantes recibían el nombre de «brujos» y decidieron aprovechar la situación adaptando el pueblo poco a poco para que no quedase en el olvido.

Ahora todos aquellos que viajar a visitar Capileira y Pampaneira tienen una excusa para hacer un alto en Soportújar.

Una casa con patas de gallina, dos hechiceras removiendo un gran caldero, una fuente del dragón..

La visita está repleta de esculturas y objetos relacionados con la brujería; para que nuestra visita esté dedicada a «la caza de la bruja» y podamos fotografiarnos y jugar de nuevo como si fuésemos niños.

Pd: ¡El puente de todos los santos es la mejor fecha si queréis visitarla disfrazados!.

6. LLENAR LA DESPENSA CON PRODUCTOS TÍPICOS EN UNO DE SUS MERCADOS

Imposible no caer en la tentación de comprar productos locales. Y es que en Andalucía quien no sabe hacer jarapas, elabora embutidos, quesos, mieles, vinos o dulces y panes caseros.

Es muy agradable pasear los días de mercado y dejarse aconsejar por los lugareños. O entrar en uno de los comercios de chacinas y elegir en el enorme abanico de productos que ofrecen. ¡Seguro que os cuesta elegir entre tanto!

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7. VISITAR EL TEMPLO BUDISTA O SEL LING

Las montañas de Soportújar tienen una energía diferente.
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Pero vibrar con esa energía no es tarea sencilla. A pie hay que recorrer un camino de 6 km ascendiendo entre piedras sobre la ladera. En coche las vistas son de vértigo y tienes la sensación de que puedes caer en cualquier momento.

Eso sí, una vez arriba.. encontramos un paraíso tibetano a 1.600 metros de altura.
Sea cual sea vuestra forma de llegar, el paseo merece la pena.

En 1980, Lama Yeshe y el Lama Zopa Rimpoché abrieron este centro que incluso recibió la visita del Dalali Lama.

Su nombre, O Sel Ling significa «lugar de luz clara» y eso es justamente lo que es.

Nada más llegar, una rueda de oraciones nos dará la bienvenida.

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Desde aquí, un sendero nos irá guiando para recorrer el centro de visitantes, una estupa, varias estatuas de Buda y de Tara, la madre de la sabiduría budista.

El centro organiza retiros espirituales (tanto individuales como en grupo) para conocer más de cerca el budismo y conocerse mejor a uno mismo.

8. PROBAR EL JAMÓN DENOMINACIÓN DE ORIGEN DE TRÉVELEZ

En España tenemos 3 jamones blancos con denominación de origen.

Los dos primeros son los de Teruel y Serón. Y el tercero lo tenemos en Andalucía, concretamente en Trévelez. El clima y los 1500 metros de altitud son ideales para la curación de los jamones.

Así que si sois amantes del jamón, ¡no os marchéis de la alpujarra sin probar este jamón!

9. DISFRUTAR DEL ATARDECER EN EL MIRADOR DEL BARRANCO DE POQUEIRA

No hay viaje que se precie sin un atardecer espectacular.

Y la Alpujarra granadina de atardeceres entiende bastante.

¿El mejor? Desde el mirador de Poqueira. Las vistas son únicas. Por un lado Sierra Nevada, con los castaños a sus pies y el pueblo de Bubión suspendido en la escarpada montaña.

Bajo vuestros pies el barranco de Poqueira, que con el tiempo ha creado un valle espectacular.

Para los atrevidos y los que no tienen vértigo, hay una foto preciosa sobre la roca que da al barranco.

Probablemente uno de los mejores atardeceres de la zona.

10. ALOJARSE EN UNA CASA TRADICIONAL ALPUJARREÑA

Pequeñas poblaciones de casitas blancas, con ristras de pimientos colgadas en la puerta secando al sol. Apenas hay tráfico, el silencio gana la batalla por goleada, roto a veces por el maullido de algún gato que pasea a sus anchas sobre los tejados.

Paseando por esos callejones llegamos a una de las casitas de Mecina. Tras pasar el umbral de la puerta, aparece un refugio donde descansar. Y no he elegido este adjetivo al azar; el Refugio de Mecina es el mejor lugar donde cobijarse en vuestra estancia.
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Terminar finalmente durmiendo con el silencio absoluto, roto únicamente por el crujir de la leña en la chimenea; despertarse con un café calentito tras descansar en la gloria es ser rico sin necesidad de tener muchos ceros en la cuenta bancaria.

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En resumen, un viaje cerquita, con gastronomía, cultura, mucha historia y, sobre todo, que os encantará.

Y viendo todo lo que ofrece la alpujarra granadina, ¿para cuando una visita?

 

Nos vemos en la próxima entrada.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!

 

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