Cuando Marco Polo llegó a Asia y visitó Bagan en el año 1208 la describió como «uno de los espectáculos más hermosos del mundo.
No le faltaba razón, Bagan es un auténtico sueño para los que aman Asia; una joya capaz de brillar bajo el sol a pesar de haber perdido gran parte de su estructura debido a las invasiones mongolas y a los continuos terremotos.

Una ciudad capaz de maravillar y dejar sin palabras a aquellos que la visitan. Hoy es nuestra presentación y el día que caí rendida a su hechizo.

Bagan es totalmente diferente al resto de ciudades de Asia y de Myanmar.
Puede que no físicamente,tiene una hermana pequeña, Mrauk U, que se asemeja a ella; pero sí en cuanto al sentimiento que despierta en aquellos que la visitan.

Desde el momento en que son conscientes del entorno que nos rodea, dará igual el rincón que elijáis; siempre encuentras ese je ne sais quoi que te transporta al pasado y te sumerge por completo en una cultura y una religión que, por unos instantes, parecen ser también los tuyos.

Es difícil de explicar el sentimiento de nostalgia y de libertad que te inunda al caminar descalzo sobre sus piedras y ladrillos. Al sentir el viento en tu cara mientras te desplazas por caminos infinitos de pagoda en pagoda. Si hay una ciudad capaz de erizaros la piel, esa es Bagan con sus atardeceres y sus infinitos amaneceres; si hay una ciudad de la que enamorarse, Bagan es ese flechazo a primera vista.

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LA HISTORIA DE BAGAN

Sus orígenes nos remontan a los grandes reyes de la ciudad; cuando decidieron bautizarla con dos nombres muy diferentes al actual: Arimaddanapura («la ciudad del aplastador de enemigos») y otro menos ostentoso Tambadipa («tierra de cobre»).

Fue entonces cuando se inició la construcción de sus templos. Una época de crecimiento que duró dos siglos y medio y que coincide con el cambio de religión que vivió el país, del hinduismo al budismo theravada.

Bagan se convirtió en un lugar tan poderoso y atractivo que, durante este tiempo, los sucesores del rey Anawrahta (el precursor de este primer Imperio birmano) continuaron con el frenesí constructor. Convirtieron la ciudad en un lugar de peregrinación para los budistas del sudeste asiático.

Inesperadamente, a finales del siglo XIII entró en declive debido a las oleadas mongolas que saquearon la ciudad. No fue hasta el siglo XIX, cuando los británicos se establecieron en la zona, que los birmanos regresaron a casa. Para entonces, toda la llanura había sido víctima de casi una veintena de terremotos y de la acción del tiempo.

A pesar de sufrir una polémica restauración y reconstrucción, Bagan sigue siendo un paraíso, que refleja la grandiosidad de su pasado; pero ante todo, Bagan es una ciudad totalmente volcada al turismo y acogedora desde el primer minuto. Donde, por encima de cualquier cambio arqueológico, lo que conquista al viajero es esa inmensa llanura adornada de una infinidad de pagodas y estupas que generan un impacto emocional difícil de superar.

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PRIMER DÍA EN BAGAN

Empieza mi primer día y aún no soy conscientes del paraíso que me espera y de las emociones que viviré en esta ciudad.

Cuando planeas un viaje, es inevitable buscar fotografías (en mi caso siempre busco tanto profesionales, como las más amateurs que encuentras en cualquier perfil de Instagram) para saber qué te espera una vez que llegas a tu destino. Hay ocasiones donde puedes sentirte decepcionado, ya que idealizamos esa ciudad que tanto ansiábamos conocer y la imagen (por el tan presente Photoshop) no siempre corresponde al 100% con la realidad. Con Bagán ocurre todo lo contrario; no importa que el mejor fotógrafo la retrate, siempre es mejor en directo, siempre te enamoras aún más.

No fui capaz de despertarnos para ver amanecer, ni tan siquiera para desayunar. Arrastraba mucho cansancio y el jet-lag estaba presente, pero aún tengo dos días más para disfrutarlo. Cuando por fin me pongo en marcha son aproximadamente las 10 y media de la mañana y, tras una buena ducha, y preparar una mochilita y pregunto algunas dudas en recepción.

En un primer momento pensé en alquilar la moto eléctrica con ellos, pero pedían 10.000 kyats al día, un precio algo excesivo; así que preferí tomar un taxi que nos deje en la zona de los restaurantes y tramitar todo ahí.

El taxi cuesta 5.000 kyats y me deja en un local de alquiler que  pedía 8.000 kyats al día. De nuevo,  es demasiado así que busqué otro lugar más económico. Justo entonces, el cielo empieza a nublarse y a caer alguna que otra gota así que entré en un restaurante que me llamó la atención y que, además recomendaba la Lonely Planet; el hindú «Aroma 2».

DÓNDE COMER EN BAGAN

Su lema es «Si no le gusta, no pague»; ya sólo con esto me conquistó.

Están tan seguros de su cocina que era imposible no probarla. Entre sus platos podréis encontrar curries de verduras o carne, chapaties calientes con condimentos, arroz, carnes o el típico lassi de mango.

Tras examinar con detalle la carta me decanté por un curry de verduras y pollo masala, acompañado con pan indio y arroz de ajo (además de varias salsas indias). Tal y como prometían en su lema, todo está exquisito (especialmente el pollo, que os recomiendo encarecidamente si vais a este restaurante).

En la mesa de al lado hay dos chicos turistas, a los que preguntési ellos tienen ya una moto alquilada y cuánto pagaron por ella.
Me comentan que pagaron 6000 kyats al día; así que, en cuanto la lluvia cesa, comienza la búsqueda de una moto a ese precio. Finalmente dí con un local que me la ofrece el primer día a 4000 kyats (pero le pedimos quedárnosla por la noche y finalmente nos la deja a 6000 kyats) y el 2º día a 6000 kyats. Me parece muy buen precio y el chico es muy majo, así que ¿para qué seguir buscando?

También pregunté por el vuelo en globo y me lo ofrece por 330$ (65$ más barato que lo que encontré en Internet) así que a final del día le daría una respuesta.

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Es imposible contar las pagodas de Bagan, cada pocos metros encuentras una distinta a la anterior; todas de diferentes tamaños, estilos y formas.

HIT LO MIN LO

Visité Hit Lo Min Lo totalmente maravillada.
Bagan no tiene nada que ver con Yangon; el cambio en apenas unas horas ha sido de 180º, es un sueño hecho realidad.

Este primer templo se completó bajo el mandato del rey Nandaungmya entre los años 1211 y 1230; es una de las últimas pagodas grandes realizadas. Mide unos 46 metros de altura, sobre una base cuadrada de 43 metros. La importancia de esta pagoda reside en que aquí se realizó la elección de uno de los hijos de Narapatisithu como gobernador de Bagan.

Ya en esta pagoda comienza lo que de ahora en adelante será algo típico del viaje: sacarse fotos conmigo. Al principio puede chocar un poco, nosotros somos los turistas; se supone que somos nosotros los que queremos retratarnos con ellos; pero tener rasgos occidentales es algo que les llama muchísimo la atención y es por eso por lo que no pueden resistirse a pedirnos una fotografía.

También encontraréis situaciones en las que os sacan fotografías «disimulando» o con total descaro, o fingen hacerse un selfie para en realidad fotografiaros a vosotros. Además, cuanto más diferentes seáis a ellos, mayor será la curiosidad que les despertéis; por ejemplo, a mí me pedían muchísimas fotografías por el hecho de tener los ojos y el pelo clarito. En un par de ocasiones vimos a un chico pelirrojo con unas 25 personas alrededor esperando para hacerse fotografías con él.

Es cierto que a veces es un poco agobiante, pero también es una realidad que nosotros estamos deseando retratarlos a ellos y, la mayoría de veces, lo hacemos a destrangis así que ¡armaos con vuestra mejor sonrisa y a posar!

Rodeo por completo la pagoda y visito su interior y, justo antes de marcharme, una chica me llama y me indica que la siga. Subimos a la terraza de otra pagoda cercana para tener mejores vistas de Hit Lo Min Lo. Efectivamente son espectaculares. A pesar de que hace menos de una hora que ha llovido, no hay rastro de nubes en el cielo, pero queda una neblina que envuelve de misterio a los templos.

SINT PAHTO

La siguiente parada es una pagoda preciosa en tonos blancos, totalmente diferente a las anteriores.

Esta fue una de las pagodas que más me gustó de este primer día. Estaba completamente sola recorriéndola; el viento hacía mover algunos cascabeles que colgaban de las estupas, creando un ambiente totalmente místico en el que era fácil sumergirse.

La estupa principal estaba adornada por cuatro «leones» a modo de guardianes. Creo que uno de los mayores placeres de Bagan es encontrar una pagoda que te guste y disfrutarla en solitario, escudriñando cada rincón y retratándola sin intrusos que nos molesten.

BU PAYA

Desde aquí, pongo rumbo a Bupaya, una de las estupas más famosas de Bagan por su forma cilíndrica.

Bu significa calabaza, y tiene esta forma ya que cuando el tercer rey de Bagan llegó al poder, consiguió erradicar una plaga que infectaba todas las calabazas de la zona. En su honor, hoy encontramos este enorme símbolo dorado. Fue erigida en la misma época que las murallas (en torno al 850).

Se encuentra a orillas del Ayeryarwady, por lo que es una zona bonita para ver la puesta de sol (de hecho ofertan paseos en barca para disfrutar del momento). La estupa que ahora encontramos es una reconstrucción ya que el terremoto de 1975 destruyó la original.

PUESTA DE SOL

Me marcho a la que será la última pagoda del día.

Mi intención era ver la puesta de sol desde Buledi, ya que buscando en Internet había leído que no es una de las más concurridas y que hay otras donde se llega a pasar miedo debido a la cantidad de gente que hay sobre ellas.

A pesar de que tener un mapa, no conseguí orientarme al 100% y, tras preguntar a un local, me dice que no llegare a tiempo para poder ver el sunset. Me recomienda otra pagoda y me dice que le siga (ya sabemos que esto se traduce en: intentaré venderte luego algo).

Efectivamente me lleva a una pagoda a la que se puede subir desde el interior, donde apenas hay gente y (efectivamente) dice que me esperará para luego enseñarme sus dibujos para que compre alguno.

Para subir a lo más alto de la pagoda, primero hay que subir una escalera interior (donde apenas se ve nada, así que si vuestro móvil no tiene linterna, os recomiendo llevar una siempre encima) y después escalando por el techo de la pagoda.

Sí, no parece demasiado seguro; pero si todo el mundo sube ¡yo no íbamos a ser menos!

Las vistas arriba son indescriptibles, ante mi se muestran kilómetros y kilómetros de extensión adornados por pagodas mientras el sol empieza a caer.

Es en este momento cuando conocí a una de las personas que formó parte de mi viaje en varios momentos irrepetibles; Imanol, un chico del norte que llevaba 6 meses recorriendo el Sudeste asiático y seguiría otros tantos meses más. Gracias a él la ruta fue más divertida en varios momentos. Es un chico súper interesante así que os dejo aquí su instagram (@urizarimanol) por si queréis echar un vistazo a las fotografías tan bonitas que está haciendo de Asia.

CENAR EN BAGAN

Uno de los mejores restaurantes para cenar es A little bit of Bagan.

Sin dudarlo ni un instante os lo recomiendo, tiene muy buenos precios y la comida está muy rica.
Además de tener gran variedad de platos entre los que se incluye cocina tailandesa, china, hindú, además de pastas, pizzas y demás platos occidentales..

También tiene WiFi gratuito, bastante mejor que el que ofrecen los hoteles.

Una cena para dos personas cuesta aproximadamente 6000 kyats.

Nada más cenar, vuelvo al hotel a dormir. Mañana quiero ver amanecer y hay que madrugar mucho, así que sobre las 10 de la noche ya estoy en la cama.

Es cierto que ha sido una «presentación» básica con la ciudad, pero quería dejar las pagodas importantes para el próximo día. Aún así, me llevo muy buenas sensaciones y estoy deseando de conocer mucho más.

¿Qué os parece este primer contacto con Bagan? Si os apetece conocer más ¡no os perdáis la siguiente entrada!

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