Al hacer un viaje largo, es inevitable invertir alguno de los días en desplazarse de una ciudad a otra. De eso va el post de hoy. El camino a Chivay,

¿Me acompañáis en este trayecto?

Me despierto a las 6 de la mañana.
Aún no estoy acostumbrada al nuevo horario y me pego unos madrugones considerables. Aprovecho para sacar todo de la maleta, volver a hacerla y organizar la mochila. Después de una ducha subo a desayunar a la terraza, donde disfruté de unas vistas de la catedral preciosas.

El desayuno consiste en pan con mantequilla, mermelada y queso; zumo de papaya y variedad de té. Decidí probar el mate de coca ya que hoy alcanzaría los 3500 metros de altitud y quería prevenir el famoso mal de altura.

No sé si os gustará el té, pero desde ya os recomiendo que nada más llegar a Arequipa empecéis a beber mate (y si puede ser con hojas de coca mejor). A mí, por ejemplo, no me gusta. por más que he probado variedades y lo he intentado, no hay manera. Al final tuve que rendirme a sus propiedades y hasta casi acabé acostumbrándome al sabor.

Cuando dejo el hotel, me dirijo a Plaza de Armas para comprar caramelos de coca (y así tener que evitar beber té; al final fue peor el remedio que la enfermedad, porque no me gustó nada su sabor) y tomé un taxi por 6 soles dirección a la estación de autobuses.

A la llegada empecé a buscar autobuses dirección a Chivay con tan mala suerte que tengo que esperar hasta las 14:00 para poder viajar. O todos los autobuses estaban completos o ya habían salido.

La única compañía con la que podía viajar era Milagros. El billete me costó 13 soles (unos 3,5€) más una tasa de 1,5 soles por persona para poder embarcar. En Perú hay que pagar tasas para casi cualquier cosa.

Son las 11 de la mañana y por delante me esperan 3 horas que maté jugando a las cartas (os recomiendo llevar una baraja en la mochila; los trayectos y las esperas son largos y vienen muy bien para matar el tiempo).

Una media hora antes de embarcar compré algo para comer y alcohol en una farmacia. En varios blogs había leído que si durante el trayecto empapas un pañuelo con él y vas oliéndolo, alivia el soroche.

Emprendo el camino en un autobús no demasiado cómodo y con un conductor que parece tener demasiada prisa por llegar.

Creo que es el día que más miedo he pasado en un trayecto en autobús; en la mayoría de tramos vamos con una niebla que impide ver más allá de un metro, todo en una carretera donde a los lados hay precipicios y con miles de curvas.
Con la velocidad que vamos, en cada una de estas curvas el autobús parece tumbarse, por no hablar de que adelanta cada vez que él considera que tiene oportunidad (y a la vez hay coches intentando adelantarnos aunque nosotros ya estemos en ello) en una carretera de doble sentido. Vamos, una delicia de viaje.

En los tramos en los que la niebla desparece, el paisaje es espectacular.
Hemos dejado atrás la aridez y el verde inunda el horizonte.

Desde aquí empezamos a divisar cumbres nevadas, volcanes que aún hoy siguen activos y terrazas de cultivo en las laderas de las montañas.

Finalmente, el viaje que se suponía que duraría 3 horas, se alarga bastante y llego a Chivay pasadas las 7. Eso sí, he ido todo el camino bebiendo muchos líquidos y oliendo alcohol para evitar el mal de altura y, por ahora no hay ningún síntoma.

Cuando llego a la estación de autobuses intento buscar la compañía 4M Expres que es la que me llevará al día siguiente a Puno; pero no la encuentro y me dicen que está en la plaza (a unos 10 – 15 minutos caminando), donde también podré contratar un tour al Cañón del Colca.

Y aquí es donde empieza uno de los peores momentos del viaje; aunque durante todo el trayecto me sentía bien, nada más bajar de autobús y dejar de oler el alcohol, empiezo a encontrarme fatal. Caminar hacia la plaza es casi una misión imposible, respirar con normalidad no consigue llenar mis pulmones y cualquier mínimo esfuerzo cuesta el triple, por no hablar del mareo que empiezo a notar.

Llego a la Plaza y la única agencia que encuentro abierta es la de Tour Cristiano. La ciudad está de carnavales y la gente está celebrando con bailes y música junto a la iglesia.

Hablo con ellos y me ofrecen el tour del cóndor por 40 soles (unos 11€) a los que hay sumar una tasa de 70 soles para poder acceder.

La chica nos dice que hay una manera de «reducir» esa tasa a 40 soles por persona, y es decir que soy chilena. A la hora de inscribirme así lo hace y me dice que si preguntan diga que no llevo el pasaporte. Acuerdo con ellos que vendrán al día siguiente a recogerme a las 6:40 para la excursión.

También compro con ellos el billete a Puno por 115 soles en total (30€) Mi consejo es que preguntéis antes en las oficinas de 4M Expres por si son más baratos. También acuerdo con ellos el taxi que me llevará a Yanque por 15 soles; a mi hotel, el Eco Inn Colca.

El taxi llega en un par de minutos pero tengo que esperar en la plaza unos 15 minutos porque la calle está cortada con los carnavales. Ratito que espero en el coche pensando en llegar pronto y tomar algo para mejorar porque tengo escalofríos, estoy mareada, ahogada y no puedo ni cargar con mi propia mochila.

 

El trayecto al hotel dura otros 10 – 15 minutos, en los que el taxista me va contando curiosidades como cuanta población vive allí, cómo son las termas, de qué vive la población, etc. Cuando llegamos al hotel, hago el check – in y me dirijo a la recepción.

Al ser de noche no puedo apreciar el paraje que acoge la cabaña, pero así me llevaré una sorpresa al amanecer. Decido acostarme tras beber un mate de coca, con la ropa y el abrigo, porque hasta desvestirme era un esfuerzo que parecía no poder afrontar.

Os confieso que fue la peor noche de todo mi viaje.

DÓNDE ME ALOJÉ EN CHIVAY

Si hay algo que tenía claro es que quería darme el «caprichito» de dormir en el Eco Inn Colca.

Después de ver sus fotografías y leer su experiencia, decidí que quería despertar en un paraje tan espectacular. Eco Inn Valle del Colca se encuentra en Yanque, a unos 15 minutos en taxi de Chivay; rodeado por la naturaleza del Valle del Colca, justo al borde del Cañón.

El recinto tiene varias cabañitas, todas con doble planta, baño privado y vistas panorámicas a la Cordillera de los Andes. Las habitaciones están decoradas con mucho gusto, vigas de madera y revestimiento de piedra que crean ese efecto de casa rural tan acogedor.

Cada mañana se sirve un desayuno tipo buffet desde las 5:30, donde encontraréis pan y tostadas, frutas, zumos naturales, cafés y té, mermeladas, fiambres y quesos, yogurt y cereales

El precio por una noche fueron 47,30$ y, aunque no es excesivamente barato, el entorno en el que se encuentra realmente lo merece.

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Chivay y Yanque parece no recibirme con los brazos abiertos, pero cuando llega el amanecer me encuentro mucho  mejor y descubro un paisaje que me deja con la boca abierta y ganas de más. Pero eso es otra historia que os contaré en el próximo post.

Estad atentos, porque estoy segura de que os gustará tanto como a mi.

 

PD: Si conseguís un bus que llegue antes a Chivay, no dudéis en coger el bañador y acercaros a las termas. Yo no pude hacerlo por el horario y el malestar que sentía, pero me quedé con las ganas y seguro habría sido una bonita experiencia.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!

 

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