Cuando me preguntan mi currículo viajero, sé que hay un destino que no deja indiferente a nadie al pronunciar su nombre: Etiopía.

Etiopía es una de esas historias que me gustaría recordar de por vida; uno de esos viajes que te chocan mientras lo vives y que, tras digerirlo, sabes que te ha cambiado para siempre. Es un viaje que te obliga a dejar atrás el estrés en el que vivimos para sumergirte en un caos totalmente nuevo, y así entender que existe otra forma de vivir. Es un destino que te regala experiencias que generan en ti nuevas formas de ver la vida, sin juzgar; como un mero espectador que ha decidido salir de su burbuja y contemplar qué ocurre en el resto del mundo.

Esta aventura, a uno de los destinos más remotos del mundo, comienza con un vuelo; con un pensamiento: llegamos a Etiopía; y saber que iniciamos un viaje en el tiempo a los orígenes de la humanidad.

 

¿Pero qué se os ha perdido a vosotras en Etiopía? Es un país muy peligroso, yo no me atrevería a ir. Pero ¿allí hay algo que visitar? ¡Si solo hay pobreza y suciedad!

Y así un largo etcétera de advertencias y recomendaciones que nos decían que eligiésemos otro destino. Que estábamos muy equivocadas al soñar con descubrir el cuerno de África y que era mejor cambiar a un país más turístico.

El problema es que llevábamos un año soñando con Etiopía y, por más que buscábamos otro lugar, nada estaba a la altura. Con cada búsqueda, nuestras ansias de descubrir ese misterioso país iban en aumento y no pudimos hacer nada más que rendirnos a lo evidente: por fin viajaríamos al país que nos llamaba a gritos.

Y así, con menos de un mes de planificación, llegamos a Etiopía.

 

Para todos los que os lo preguntáis : sí, llevaban razón aquellos que nos decían que encontraríamos pobreza. De la que te hace sentir culpable por quejarte de no poder comprar una camiseta más; de la que te hace derramar lágrimas al ver la desigualdad que hay en este mundo; y de la que te hace replantearte los «problemas» de tu vida anterior.

Pero antes de que os quedéis con ese sí; os diré que también acertamos al viajar porque, a pesar de ser uno de los países más pobres del mundo, encontramos un tesoro impagable: explorar uno de los lugares más deslumbrantes que existen en nuestro planeta.

Durante 21 días fuimos parte de una cultura con una religión y unas tradiciones que desprendían la fuerza de su pasado milenario; nos sumergimos en una naturaleza intacta por el ser humano y aprendimos que no se es más feliz por tener más, sino por disfrutar y agradecer lo que tenemos día a día.

Pero esto es otra historia que os iré narrando en los diarios de viaje; así que como los buenos escritores, empezaremos por el principio y nuestro vuelo al país que tanta intriga nos causaba: Etiopía.

 

 

COMIENZA LA AVENTURA

ruta EtiopíaLlegó el día, 9 de noviembre de 2019. Por fin comienza nuestra ruta; por fin llegamos a Etiopía.

Normalmente no suelo llevar los viajes largos demasiado planificados, ya que me encanta improvisar y decidir sobre la marcha si me quedo más días en una ciudad o prefiero conocer una nueva, pero en este caso no pudo ser así al 100%.

Teníamos varios vuelos internos que nos hacían tener las fechas y las ciudades más o menos programadas.

Después de darle un par de vueltas decidimos que volaríamos con Air Egypt (haciendo una pequeña escala en El Cairo) y, nada más llegar a la capital de Etiopía, volaríamos al norte del país: a Mekele.

El vuelo hacia El Cairo salía a las 15:00 y fue bastante tranquilo. Cuatro horas de vuelo, con alguna que otra pequeña turbulencia, pero nada a destacar.

Una vez llegamos a nuestra primera parada, prácticamente no tuvimos tiempo de mucho. Buscar la nueva puerta de embarque, `pasar el nuevo control de seguridad y listas para el nuevo vuelo que nos acercaba cada vez más a nuestro destino final.

Aquí el sentimos el primer choque cultural; (pd: si queréis saber algo más sobre el país, sólo tenéis que clicar aquí) mientras que el primer avión estaba repleto de gente europea, en este éramos únicamente 6 personas. África se sentía en el ambiente y sólo cuatro horas más nos separaban del final. Por fin llegamos a Etiopía.

vuelo a Etiopía

De nuevo fue un vuelo bastante tranquilo y a las 3 de la mañana (hora etíope) estábamos cumpliendo nuestro sueño.

 

 

LLEGAMOS A NUESTRO DESTINO

 

Al llegar al país tramitamos nuestro visado. El precio por persona fueron 44€ y nos devolvieron el cambio en birr. El trámite es muy sencillo, simplemente tienes que rellenar un documento, entregar el pasaporte y hacer el pago (se puede realizar en moneda local, en euro o en dólar). Tras sellar el pasaporte está todo listo.

Nosotras habíamos decidido que visitaríamos el norte del país nada más llegar, así que aún nos esperaba otro vuelo, esta vez a las 7 de la mañana.

Cambiamos de terminal ya que habíamos llegado a la 2 y el vuelo a Mekele partía desde la 1. Fueron menos de 10 minutos a pie caminando en plena oscuridad que nos hizo ser conscientes de que Europa había quedado atrás. Estábamos en otro continente, no había dudas. Ahora sí que podemos gritarlo a pleno pulmón: LLEGAMOS A ETIOPÍA.

Pasamos la noche en el suelo del aeropuerto hasta que nos permitiesen facturar y pasar el control de seguridad y, si tenéis intención de visitar Etiopía y tenéis dudas; sí, hay wifi pero muy muy lento y con muy poca capacidad, por lo que no podréis mandar fotos o audios.

Mañana empieza el primer día real de viaje. Mañana empezamos a visitar el país con el que tanto soñábamos. Espero que nos acompañéis para descubrir las maravillas etíopes, podéis seguirme en mi cuenta de instagram para estar al día.

 

¡Muchas gracias por leerme!

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