Si hay algo que nos gusta a los viajeros es descubrir el mundo con buen tiempo.
Reconozcámoslo. Todo es mucho más bonito bajo un eterno azul clarito y un sol brillante. Por eso, en cuanto nos enteramos de que el sur de Israel era un verano continuo, decidimos dejar atrás el (seamos sinceros) poco abrigo que llevábamos y pusimos rumbo a Eilat y el mar Rojo.
El sur de Israel se caracteriza por sus cálidas temperaturas y sus 360 días de sol al año. (Qué lujo, ¿verdad?). Bañada por las aguas del mar Rojo y con una historia que se remonta a tiempos bíblicos, es uno de los principales destinos turísticos del país.
El día de hoy será un día de contrastes; de paisajes desérticos y de las aguas del Mar Rojo.
¿A qué esperamos para ponernos manos a la obra?
NUESTRA RUTA DE HOY:
¡Buenos días viajeros!
En nuestro apartamento de Jerusalén suena el despertador temprano. Hay que organizar todo para el día de hoy; así que después de calcular correctamente la ruta, hacer bocadillos y preparar las mochilas, salimos a la calle dispuestos a conocer el desierto israelí.
EL DESIERTO DEL NÉGUEV
Quizás sois como yo y, hasta que lo tuve delante, no sabía de su existencia. O quizás ya soñabais con él.
En ambos casos la reacción es la misma; impacta y deja sin palabras a aquellos que lo contemplan.
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Comenzamos nuestra ruta por Eilat y el Mar Rojo con el desierto del Néguev, una llanura inmensa, con un increíble aspecto lunar en el que encontramos formaciones geológicas de millones de años.
Para mí, los desiertos tienen algo evocador. Aunque son lugares solitarios y puedan parecer inhóspitos, son increíblemente bellos y transmiten la paz que sólo el silencio logra.
La zona que tenemos ante nosotros tiene más de 531 millones de años, por eso tanto en paredes como en el suelo vemos diferentes capas de colores.
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Visitar el desierto del Néguev puede ser una visita más extensa si decidís conducir en su interior y visitar el centro de interpretación que hay en la localidad de Mitzpe Ramon; o más superficial si únicamente nos paramos a contemplar el paisaje desde sus numerosos miradores.
Nosotros optamos por la segunda opción y sentimos que, ya únicamente por este motivo, mereció la pena conducir al sur del país.
Pero si vosotros queréis ampliar la experiencia, además del centro de interpretación encontraréis actividades como una granja de llamas y alpacas, tiro con arco o la posibilidad de alojarse en el hotel más caro de Israel. Como sé que sois tan curiosos como yo, es este, por si queréis echar un vistazo.
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Entre las actividades también encontramos la opción de pasear en camello. Como viajera responsable y con conciencia social y animal, creo que estas actividades deberían prohibirse y cambiarlas por otras que no incluyan la explotación animal. Así que, aunque pueda parecer divertida, ¡seguro que es más divertido buscar un plan que no incluya hacer trabajar a animales!
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Continuamos nuestra ruta en coche, disfrutando del paisaje que vamos dejando atrás poco a poco.
Y, casi sin darnos cuenta, nos encontramos a escasos 25 kilómetros de Eilat. Pero con intención de hacer otra parada en nuestro camino. Visitaremos el parque Timna.
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TIMNA PARK
La segunda parada en nuestro viaje hacia Eilat y el Mar Rojo es el Parque Nacional de Timna.
Timna es un parque natural situado en unas antiguas minas de cobre explotadas desde el siglo VI a.C hasta la Edad Media, de hecho son las minas de cobre más antiguas del mundo.
Seguimos en el desierto del Néguev, aunque el color esta zona se ha teñido de un color más rojizo.
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El Parque Nacional Timna muestra formaciones rocosas impresionantes a través de sus caminos, además permite hacer acampadas.
El valle que encontramos en el interior del parque, tiene forma de herradura; rodeada por acantilados.
Nos encontramos a 1500 pies sobre el nivel de mar y ante nosotros tenemos un mirador a la primera mina de cobre del mundo; además de otros minerales como hierro y manganeso.
ALGUNA INFORMACIÓN EXTRA SOBRE TIMNA PARK
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HORARIO
- De Septiembre a Junio 8:00 – 16:00
- Los viernes 8:00 – 15:00
- Festivos y Julio y Agosto 8:00 – 13:00
TARIFA
- Para adultos el precio es 39 ₪ (unos 10€)
- Para niños el precio son 35 ₪ (unos 9€)
UN EXTRA
Los precios en taquilla son un 10% más caros (49 ₪ para adultos). Deberéis comprar las entradas online para tener el precio «original».
La visita se puede realizar en coche sin problema. De hecho, con tanto calor, es recomendable que sea así.
Dentro encontraremos los antiguos pozos mineros y algunos hornos de fundición del antiguo Egipto.
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Cada formación rocosa recibe un nombre, según su morfología. Así encontramos el Hongo, los Arcos o los Pilares de Salomón. Además, se encuentran algunos dibujos rupestres que muestran cazadores de avestruces o carros de batalla egipcios.
En el caso del hongo, encontramos una escultura natural creada por la erosión (más rápida en la parte inferior) de la arenisca roja.
Los arcos y las minas se encuentran muy cerca. Los arcos, también de arenisca, son de nuevo producto de la naturaleza.
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En cuanto a los Pilares del Rey Salomón, forman parte de la pared de un acantilado por la erosión de las grietas. Llevan el nombre del rey Salomón ya que se pensaba que se extraía cobre en la época de su reinado.
El parque propone más actividades como los botes a pedales en el lago, manualidades con arena de colores o hacer los «sellos del rey Salomón». Se puede acampar en el interior y alquilar bicicletas para recorrerlo al natural.
Como parque natural, y ya que la entrada cuesta dinero; el parque cuenta con baños, un centro para visitantes, tiendas de recuerdos y un restaurante.
EL MAR ROJO
Es momento de cambiar el desierto por el agua, así que nos acercamos a la costa de Eilat para zambullirnos en el Mar Rojo.
Si la ciudad tiene algo interesante es eso, su mar. De hecho, es la única ciudad israelí que tiene contacto con el Mar Rojo.
Y ¿qué encontraremos aquí?
Hay varias actividades que se pueden practicar en la costa de Eilat. Nosotros decidimos no quedarnos con una sola, y nos dejamos llevar por la aventura y los deportes acuáticos.
- Windsurf y kitesurf: Esta zona tiene vientos muy buenos, especialmente por la tarde, lo que la convierte en el sitio perfecto para practicar. Israel tiene mucha cultura de windsurf y, ya que viajábamos con un windsurfista profesional ¿cómo no íbamos a coger una tabla?
- Paddle surf: Otra buena forma de recorrer las aguas es a través de la tabla. En este caso no hay que ser profesional, ya que se puede remar sentado y así no caer al agua si perdemos el equilibro. Nosotros también alquilamos una tabla de paddle e íbamos turnándonos con la de windsurf.
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- Snorkel: No todo el mundo se siente valiente como para bucear (ni quiere gastar tanto); y no hay que adentrarse tan mar adentro para disfrutar de la fauna marina. Nosotros llevábamos nuestros snorkels y vimos muchísimos peces (entre ellos el pez payaso). (Os dejo a la derecha la imagen que conseguimos nosotros de uno, no es la mejor, pero nos sentimos muy orgullosos de haberlo visto).
- Buceo: Pero si sois amantes del fondo de mar y no queréis dejar esa espinita clavada; podéis contratar el servicio de buceo. En nuestro caso, nos faltó un poco de tiempo y no pudimos hacerlo pero ¡volveremos al Mar Rojo a cumplir este sueño!
- Underwater Observatory Marine Park: La última de las opciones es este pequeño acuario con peces de todo el mundo (incluso tiburones). Aunque no soy excesivamente partidaria de los «zoos», aquí se puede acceder a un observatorio submarino donde contemplar a los peces en su hábitat natural. Podéis echar un vistazo a su web clicando aquí.
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En la zona de la arena encontraréis bastantes chiringuitos y beach clubs además de negocios para alquilar equipos deportivos y excursiones.
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LA FRONTERA CON JORDANIA
Nuestra última parada quizás no sea la más interesante (y en vuestra ruta es totalmente prescindible); pero nos hacía especial ilusión sentirla tan cerca.
Cuando organizamos el viaje, pensamos en cruzar a Petra un día; pero habíamos leído que el gobierno exige pasar unos días alojados en Jordania, así que lo descartamos.
¡Y si! Aquí estaba. La frontera israelí con Jordania.
Vaaaaale. No es la frontera real, ya que no es la puerta de acceso. Pero tras esa valla, a escasos centímetros, se encontraba el país con el que ya soñamos.
Ya me pasó en Uzbekistán, cuando tenía Afganistán a escasos 5 metros. Y sé que puede parecer tonto. Pero es bonito sentir las vibraciones de dos países tan cerca, bajo tus pies.
Y ahora sí que sí. Ponemos rumbo de nuevo a Jerusalén.
Lo cierto es que el camino de vuelta se hizo algo más tedioso. El sol ya se había marchado e intentamos parar únicamente para repostar gasolina.
Llegamos al apartamento algo tarde y decidimos comer allí. Teníamos algo de humus y pan y pudimos hacer algo de ensalada y pollo para convertirlo en una cena digna del día que hemos vivido.
Mañana es el día grande marcado en nuestro calendario. No sólo conoceremos Jerusalén. Lo haremos en un día importante; el viernes santo. Pero mientras, nos sentimos felices de haber podido visitar Eilat y el Mar Rojo.
Espero que nos acompañéis un día más y que nuestra experiencia os sirva de ayuda.
¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!